lunes, 14 de mayo de 2012

Chaplin: Por y para siempre
Por Henry Lara Castellanos 
hltiempo@yahoo.com
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CHAPLIN POR Y PARA SIEMPRE
Charles Chaplin es para el cine lo que es Picasso y Joseph Beuys para las artes plásticas del siglo XX; lo que es Beethoven y Mozart para la música académica, o Los Beatles para la contemporánea. Shakespeare y Berthold Brecht para el teatro; también Cervantes como cimiento de las letras que vinieron después; o Nijinski e Isidora Duncan para la danza; Lincoln para la política, Einstein para la ciencia y Bruce Lee para las artes marciales.

Los genios nacen muy pocos, están allí donde generaciones les adoran como dioses de los siglos. Sus obras no dejan de perdurar… se mantienen hasta el infinito.
En Chaplin todos los rasgos del drama y la comedia inteligente en el cine se cumplen. Sus películas son esperanzas ante las situaciones más adversas, con la capacidad de hilar una suma de sucesos, para ensamblar una gran historia.

El ciclo en “Homenaje a Chaplin” que se proyectó en alianza con Cine Arte “La Flor de Venezuela” y “Cine Club Charles Chaplin”, se cumplió con éxito absoluto. Era muy interesante saber al final de cada función las diversas percepciones y respuestas del público ante las preguntas del cine foro.
Desde la Quimera de Oro (1925), con un Chaplin en búsqueda de un golpe de suerte, o si acaso más, buscar prosperar en la dura labor de hallar oro. Reflejando que el hambre y el clima se hicieron inclementes, y él siempre manifestando su ternura, bondad, entendimiento y paciencia a otras personas más mundanas, haciendo de Chaplin un ser más espiritual.

Inolvidable la escena de la danza de los panes, o asumir el hambre cocinando y guisando con solo agua uno de sus zapatos, que degustaba con sus clavos, como el más exquisito plato marino con sus espinas.

En “Tiempos Modernos” (1936), en cambio deja de ser un tanto el vagabundo, es un hombre que necesita trabajar, pero el film muestra también una fábrica que aliena a sus trabajadores, y de paso explotados inmisericordemente, abordando como en todos sus filmes un tema social. El maquinismo se asemeja a las pinturas del pintor francés Fernand Léger (1881-1955) y Charlot asumiendo su pobreza con decoro y hasta glamour, siempre de manera humorística y con sátiras.
Sus gags (histrionismo del personaje) son una clase de actuación con el gesto y la mímica, con el lenguaje del cuerpo para elevarnos en su encanto y ensueño.

Esta película es una transición entre el cine silente y el sonoro, al que Chaplin en principio no aceptaba. Destaca como en todas sus propuestas que aunque la mala suerte parece acompañarle, él le da una bofetada con su actitud esperanzadora y risueña, además el amor emerge como la luz en sus historias.
Mientras que “Luces de mi ciudad”, uno de los hechos que se repitan es el desprecio, desde el hombre más rico al pobre, y para colmo éste despreciando al más pobre aún. La injusticia aparece en todas sus producciones y, la dignidad la mantiene con el amor hacia una joven invidente.

Inolvidable las escena de Chaplin y  Harry Myers ebrios y luego sobrios. Y sus coreografías acostumbradas del resbalo en el piso, o las del boxeo que fueron como muchas otras escenas filmadas decenas y hasta cientos de veces buscando la perfección.
 
Es esta película de mayor temperamento romántico de las que hizo, solapando lo mal que le iba en la vida del personaje con entrega y dignificación de la mirada desde el corazón, cuando el final se muestra abierto para que el público decida –qué sucedió allí-. Gloria  a Dios por crear gente maravillosa como Charles Chaplin.